Las revoluciones del giroscopio mantienen su eje apuntando en una dirección. Mientras más rápido es su girar, con más fuerza apunta. El giroscopio es una metáfora de la reflexión. Dar vueltas a un tema nos da rumbo sólido. Cuando tenga una columna, se llamará así: giroscopio

¿Cuánto más tendrán que esperar? #GuarderiaABC

sábado, 7 de septiembre de 2013

¿Prioridades en la participación ciudadana?

Publicado en www.lajornadajalisco.com.mx el 10 de marzo de 2012

En Guadalajara hay un grupo de personas —bien organizadas— que se dedican a recoger perros de la calle para darlos en “adopción”. Se llaman Adopta Guadalajara y se les encuentra en Facebook. Antes de entregar un perro le dedican tiempo y dinero. Lo limpian, lo desparasitan y lo esterilizan. Además, quien recoge al perro lo debe mantener consigo el tiempo necesario para conocerle el carácter y así saber a qué tipo de hogar puede entregar el animal; con o sin niños, con jardín o sin jardín, con otros animales, etc.
Contaba sobre Adopta Guadalajara en una reunión y uno de los asistentes, después de oírme, solo atinó a decir: “Qué gente tan enferma. Se dedica a recoger perros habiendo niños en la calle”. Sobra decir que el crítico no mueve un dedo ni por niños, ni por perros, ni por nadie que no sea él o los suyos.
Algo parecido me sucedió posteriormente. Como actividad previa al congreso Hacia Ciudades libres de Autos, Ciudad para Todos y otras organizaciones hicimos una intervención en Av. Chapultepec. Pusimos un camión blanco de transporte escolar en la calle peatonalizada e invitamos a la gente a que le escribiera o dibujara con gises de colores algo alusivo a lo que considerarían transporte público ideal. También pintamos el piso y jugamos “STOP”. Yo me encargaba de tomar fotos y subirlas a Twitter con comentarios explicativos. Después de un rato recibí un mensaje de  alguien conocido diciéndome que lo que hacíamos era peor que no hacer nada porque distraíamos a la gente de la grave situación del país. “La guerra de Calderón ha dejado decenas de miles de muertos y ustedes andan promoviendo que los adultos jueguen como niños”. Nuevamente sobra decir que quien hizo tal crítica ni estaba en la calle pidiendo que el ejército regrese a los cuarteles, ni se le conoce ninguna acción en ese sentido.
Sería ocioso y necio intentar defender que es más importante recoger de la calle perros que niños, o que los asuntos relativos a la movilidad urbana deben tener prioridad sobre la seguridad física de los mexicanos. Pero, creo yo, quienes intentamos recoger perros o mejorar la movilidad urbana no tenemos que dar razones a nadie de por qué escogimos involucrarnos en esos asuntos y no otros. No tenemos obligación de involucrarnos en el voluntariado de nada en específico y hacerlo es eminentemente libre. Los problemas más graves son una cuestión de Estado y en todo caso la única obligación ciudadana universal es la de favorecer que el Estado funcione. Esto solo se entiende cuando se asume que en el Estado actuamos todos. El policía de tránsito pone orden a nombre de todos. El juez imparte justicia a nombre de todos.
Los asuntos de Estado no los podemos resolver los ciudadanos al margen de las instituciones. Pero el Estado funciona mucho mejor cuando los ciudadanos no se conforman con relegarle la solución de los problemas. Los invidentes, por más organizados que estén, no pueden construir las rampas en mariposa que se necesitan en todas las esquinas de la ciudad, pero sí pueden presionar a los gobiernos para que las hagan. Lo mismo sucede con quienes queremos que la ciudad cuente con transporte público de primer nivel o con infraestructura ciclista.
Y aquí es, querido lector, donde los criticones profesionales, hoy llamados “troles”, deberían entender que urge que se involucren en lo público más allá de decir a los que ya hacen algo que lo hacen mal o que se dedican a las causas equivocadas. En México la participación ciudadana organizada es famélica. Según datos de 2009, en nuestro país tan solo hay 3.6 Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC’s) por cada 10,000 habitantes, mientras que en Brasil hay 17, en Argentina 29.3, en Chile 63.8 y en EEUU 65.1. En este país muy poca gente dedica parte de su tiempo a participar activamente en lo público. Véase la tabla de abajo para ampliar la información citada.
Por otra parte, la mítica desconfianza que los mexicanos nos tenemos recíprocamente lleva a que las pocas personas que se dedican a promover alguna agenda o a resolver los problemas que les interesan no reciban apoyo económico de los demás. Un estudio del ITAM elaborado en 2005 arrojó el dato de que en ese año el 67% de los mexicanos no hizo donación alguna a institución o persona. Nada. Ni un peso partido por la mitad. Ni un chicle. En 2008, de los que dieron algo, solo el 16% prefirieron entregarlo a una OSC, 60% prefirió darlo directamente a la persona necesitada, otro 16% dijo que le daba igual y el resto no supo o no quiso contestar la pregunta.
¿Qué concluir de todo esto, amable lector, amable lectora? Pues, en primer lugar, yo diría que es obvio que con tampoco involucramiento de la sociedad civil hay amplísimas zonas en las que la acción del gobierno no tiene vigilancia ni crítica de expertos independientes. En segundo lugar, para remediar lo anteriormente dicho, lo animaría a que se involucre cuanto antes personalmente en el tema que se le dé la gana, sin importar cuál sea. Si no tiene tiempo, estudie bien a quien dar algo de su dinero y sea generoso. En tercer y último lugar, si ve a alguien desanimando a los pocos que hacen algo, tenga claro que esa persona es un lastre para la democratización del país. Si es posible, cállelo sobre la marcha.

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