Las revoluciones del giroscopio mantienen su eje apuntando en una dirección. Mientras más rápido es su girar, con más fuerza apunta. El giroscopio es una metáfora de la reflexión. Dar vueltas a un tema nos da rumbo sólido. Cuando tenga una columna, se llamará así: giroscopio

¿Cuánto más tendrán que esperar? #GuarderiaABC

martes, 3 de julio de 2012

Las redes en campaña (y fuera de)


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Opinión Invitada 
3 Jul. 12

Carlos López Zaragoza

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Es conocido el episodio histórico de Lutero clavando sus 95 tesis en las puertas de la Catedral de Wittenberg, en 1517. El monje agustino estaba inconforme y molesto con las indulgencias que vendía la Iglesia Católica para financiar su basílica vaticana y con enseñanzas teológicas de diversa índole. Escribió lo que pensaba sobre esas cuestiones en un texto con sus ideas numeradas y clavó las hojas en las puertas de la catedral de su pueblo. Esas hojas provocaron que la mitad de Europa se independizara de la autoridad del Papa, sin dejar de ser cristiana.





Cuando oí esta historia en mis clases de secundaria no me entró en la cabeza que unas hojas clavadas en las puertas de una iglesia tuvieran tal impacto. Era como si el papel, la madera de las puertas y los clavos hubieran tenido poderes mágicos. Hace poco que recordé el episodio y lo investigué en Internet. Resulta que las puertas de las iglesias eran en aquel entonces una especia de tablero de avisos. Ahí se comunicaban los eventos de la ciudad y las discusiones que se tendrían en la universidad. Por eso Lutero puso ahí sus 95 tesis. El cambio social que trajo el protestantismo no se dio por el papel, las puertas y los clavos, sino por la conversación que desataron. Todo el mundo se enteró, discutió y se involucró de un modo o de otro.

A veces parece que los políticos creen que las redes sociales son mágicas. Que poner algo ahí equivale a cambiar las opiniones y a inducir modos de pensar. Como si cualquier cosa clavada en las puertas de la Catedral de Wittenberg hubiera tenido el mismo efecto que las 95 tesis. Por eso contratan "bots" para que claven temas en las redes sociales y "correveidiles" que comiencen a comentar los temas falsos, de plástico. Para cualquiera que se mueva por las redes como en su casa es obvio que algunos temas nacen muertos, que son lanzados interesadamente y que quienes los proponen son mercenarios. La manipulación informativa se ha topado con pared en Twitter y Facebook.

En Wittenberg fue la gente, no las puertas, quien esparció como reguero de pólvora las tesis luteranas en las redes sociales que había en aquel entonces: en los gremios, en el pozo del pueblo, en el mercado, en la tertulia de la tarde. Lo mismo ha sucedido ahora con las elecciones. En las redes sociales se encuentran mensajes clavados que nos invitan a conversar.

Un ejemplo de lo que puede conseguirse usando las redes sociales en campaña electoral es la votación que atrajo Enrique Alfaro. Como es sabido, ese candidato no pagó spots en televisión por la sencilla razón de que no tenía plata para ello. Sin embargo, quedó a penas a 4 puntos porcentuales del ganador, quien contaba con carretadas de dinero.

Las redes sociales, a fin y al cabo, sólo son una conversación o un lugar donde se conversa, y de las palabras a las acciones hay un salto cuántico. El mundo no hubiera cambiado si las palabras de Lutero hubieran permanecido clavadas en las puertas. La gente protestó masivamente contra las indulgencias, salió a la calle, actuó.

Esta es la parte que nos falta intensificar. #Yosoy132 brilla con gran relumbre por su novedad, por su vinculación con el proceso electoral, pero es muy poco, y falta ver que se instituya y actúe de modo no coyuntural.

La democratización del País, la instauración de una democracia participativa, requiere necesariamente que combinemos conversación y acción, que además de usar las nuevas tecnologías nos encontremos en la calle. Un estudio del ITAM señala que en México hay tan solo 3.6 OSCs (antes ONGs) por cada 10 mil habitantes, mientras que en Chile o en Estados Unidos hay más de 60.

La redes para conversar ya están ahí. Hay que cuidarlas. Falta que salgamos a la calle masivamente para quedarnos ahí de manera permanente, no sólo en tiempo de campañas.


Carlos López Zaragoza es doctor en Filosofía y académico.

@CarlosLZ