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domingo, 7 de agosto de 2011

"Democratizar" la bolsa


Editorial publicado el domingo 7 de agosto de 2011 en Mural, primera sección, página 6.

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Viene (o ya está aquí) una época muy mala en la Bolsa. El viernes le rebajaron por primera vez en la historia la calificación a la deuda de Estados Unidos y en Europa hay varios países que necesitan rescates económicos para no caer en moratorias de pagos. El viernes cerramos operaciones con el índice (el principal indicador de la Bolsa que es un promedio ponderado de las principales acciones) en niveles del 2008. Esto hace que se sienta un ambiente de zozobra e incertidumbre sobre lo que pasará con la economía.

Muchas veces hemos oído eso de que las crisis representan también oportunidades. Yo agregaría que las grandes crisis representan grandes oportunidades.

En el largo plazo, no hay mejor inversión financiera que la Bolsa. Si observamos la gráfica del principal indicador de la Bolsa de Nueva York (el índice Dow Jones) de 1929 a la fecha, veremos que hay una tendencia sostenida a la alza, aunque con periodos de retroceso. Lo mismo sucede con los principales indicadores bursátiles en todo el mundo.

El fondo de los periodos de retroceso son los momentos idóneos para entrar en la Bolsa, para invertir por primera vez en ella, aunque claro que ese mismo momento es el de máximo sufrimiento de los que ya estaban dentro.

Pero resulta que México es un país donde prácticamente nadie tiene dinero en inversiones bursátiles. Mientras en Estados Unidos una de cada tres personas posee algunas acciones como parte de su plan de retiro (los "stocks" son parte de la conversación habitual de la gente común), aquí, menos del uno por ciento de la gente tiene ese tipo de inversiones.

Eso quiere decir que, desde el punto de vista de la inmensa mayoría de la gente en México, la caída de la Bolsa representa una oportunidad de oro para entrar. El desplome generalizado de las acciones es el momento perfecto para invertir con excelente expectativa a largo plazo. Es cuando todo está barato y cuando sólo queda camino arriba a los que van a sobrevivir la crisis.

Me imagino que en este punto el lector o lectora de este artículo ya pensó en muchas objeciones que irán en el sentido de los millones de personas en pobreza. Es verdad. Mucha gente no puede aprovechar la oportunidad por falta de recursos y tienen necesidades apremiantes por resolver. Pero muchos otros, la clase media o media baja, sí podrían aprovechar la oportunidad. Entre ellos el problema no es la falta de recursos, sino la escasísima cultura financiera y las barreras de entrada de el sistema financiero.

Me concentro en las barreras de entrada. Son principalmente dos:

1. Para comprar acciones, antes se debe abrir un contrato en una entidad financiera llamada Casa de Bolsa. Cada Casa de Bolsa determina la inversión mínima para abrir el contrato. Hasta donde yo sé, las Casas de Bolsa más accesibles te abren la cuenta con 10 mil pesos, lo que todavía es mucho para la clase media baja.

2. Para alguien con poco capital, una vez vencido el obstáculo anterior, es decir, una vez abierto el contrato, hay poca flexibilidad pues los inversionista son obligados a comprar las acciones en lotes de 100.

Por ejemplo, América Móvil (acá Telcel), cerró el viernes con un valor de 14.22 pesos por acción, pero nadie puede llegar con una moneda de 10 pesos y una de 5 pesos y decir: "Deme una acción de América Móvil y quédese con el cambio", sino que te obligan a comprar el lote de 100, que cuesta mil 422 más la comisión de venta, que es entre 0.1 y 0.5 por ciento del valor de la operación, es decir, entre 1.42 y 7.11 pesos.

Si consigues los 10 mil para abrir el contrato, luego puedes hacer poco porque los lotes son caros. Dicho sea de paso, en EU sí se puede. Ahí la compra de una acción única está permitida independientemente del valor de la acción. Si la acción cuesta 0.50 dólares, cualquiera con ese dinero se la compra.

Para "democratizar" la Bolsa, para que mucha gente, las más posible, pueda aprovechar el excelente punto de entrada a las inversiones bursátiles que se avecina hay que arreglar esas dos trabas.

Desde luego que abrir contratos, digamos, con mil pesos, eleva los costos de operación de las Casas de Bolsa, pero eso se puede compensar poniendo más comisiones elevadas a las cuentas pequeñas. No pido que las instituciones financieras den caridad, sino que se adapten al capital que tienen sus clientes potenciales en México.

La falta de cultura financiera es toda otra historia, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Carlos López Zaragoza es doctor en filosofía y académico.

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