Las revoluciones del giroscopio mantienen su eje apuntando en una dirección. Mientras más rápido es su girar, con más fuerza apunta. El giroscopio es una metáfora de la reflexión. Dar vueltas a un tema nos da rumbo sólido. Cuando tenga una columna, se llamará así: giroscopio

¿Cuánto más tendrán que esperar? #GuarderiaABC

lunes, 2 de noviembre de 2009

Filosofía en la educación. Publicado en Mural el 25-IV-2009.

La Filosofía ha tenido problemas para encontrar un lugar en el mundo, desde sus orígenes en Grecia. En el Gorgias, uno de los diálogos platónicos más conocidos, Callicles reprocha a Sócrates que a su edad se siga dedicando a la Filosofía. Ella, comenta, es algo bello cuando se cultiva en la juventud, pero el hombre adulto que sigue enamorado de la Filosofía es, según Callicles, "ridículo, vergonzoso y aun merecedor de un castigo". El filósofo es un desfasado, "no tiene conocimiento alguno de las leyes que se observan en la ciudad", es torpe para las relaciones públicas, y su infantilismo nunca desaparece, pues "se le hacen necesariamente nuevas todas las cosas".

Las personas que elaboraron la "Reforma Integral de Educación Media Superior" (RIEMS), publicada el 26 de septiembre del 2008 en el Diario Oficial de la Federación y que entrará en vigor el próximo ciclo escolar, van más allá que Callicles. Para ellas la Filosofía no debe ser cultivada ni siquiera en la juventud.

En la RIEMS la Filosofía se ha eliminado del conjunto de disciplinas básicas para pasar a tener "un carácter transversal", es decir, presencia diluida en los contenidos de todas las asignaturas, pero no asignaturas específicas. Permanecen algunas asignaturas filosóficas como optativas que "podrán incluirse si se considera pertinente". Las humanidades en general quedan mal paradas en la RIEMS, pues en bloque fueron desterradas del área básica de la formación de los estudiantes.

¿Qué sentido tiene sembrar en las mentes jóvenes la peligrosa semilla del pensamiento filosófico? Aristóteles decía que el origen de la Filosofía es la admiración. Comenzar a filosofar implica dejar de dar por supuestas las cosas que todo el mundo acepta, y cuestionarlas; sorprenderse de lo obvio y lo dado, para tratar de indagar su origen y sentido, usando como única herramienta la propia razón. Al hacer esto, el filósofo se distingue de la gente normal; al menos cuando está absorto en sus pensamientos, no se cuenta más con él para lo práctico. El filósofo se sale del mundo y trata de contemplarlo desde afuera.

Existen dos grandes peligros al hacer esto. El primero, quedarse fuera, olvidarse del mundo, de la vida. El segundo, que después de analizar el mundo, se regrese a él con la determinación de transformarlo por completo, desde sus fundamentos hasta sus cúspides, como si todo estuviera mal y nada funcionara.

A pesar de estos peligros, la actitud del filósofo hacia el mundo es indispensable en todas la sociedades. En ella tuvieron también su origen todas las ciencias antiguas. La Ciencia tiene su nacimiento no en un investigar dirigido a lo útil, sino en una insaciable ansia de conocer por conocer heredada de la Filosofía.

Si queremos que el País dé científicos, lo primero que hay que hacer es despertar en los jóvenes la admiración sincera hacia la realidad en la que la Filosofía nació. Además, el pensamiento crítico -cuestionar lo dado- es indispensable en cualquier proceso de mejora, en cualquier trabajo y en la vida misma.

El pensamiento crítico sólo puede molestar a quien quiere a su alrededor un rebaño fácilmente manipulable, autómatas, en vez de hombres y mujeres autónomos.

La tarea que se nos encarga a los profesores de Filosofía es titánica: se nos demanda hacer de los alumnos pensadores críticos, personas con razonamiento formal ordenado, seres conscientes de la dimensión ética de su vida y de la tradición cultural en la que se sitúan. Nada más.

Por difícil que sea, es indispensable conseguirlo si queremos una sociedad libre, con personas autónomas. Si no se consigue ahora, la solución es llamar a cuentas a los responsables de su enseñanza, capacitar mejor a los maestros, poner sistemas de incentivos contra resultados, revisar los programas de las asignaturas, y como en cualquier empleo, despedir a las personas que se comportan irresponsablemente, a los que no hacen su trabajo. En ningún caso el problema se resuelve desapareciendo las asignaturas filosóficas.

Nada tengo contra una reforma educativa que busque elevar la calidad de la educación en el País y emparejarla a los estándares de la OCDE.

Ya quisiéramos la enseñanza de las humanidades de varios de los países miembros de esa organización. Pero creo que en este punto concreto se ha errado el camino. Ojalá que se reconsidere y que la RIEMS conserve dentro de las asignaturas básicas a la vieja Filosofía.

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