((Si tienes claves de acceso para diarios de Grupo Reforma te pido por favor que leas este artículo en la siguiente liga: http://www.mural.com/editoriales/nacional/530/1058223/default.shtm)
En este País alguien que pretenda demandar al Gobierno porque un bache en Avenida Patria le ponchó una llanta, o porque chocó en un crucero mal diseñado, como el que está frente al Hospital San Javier, es un loco o un desubicado. Y si alguien intenta obligar a Telcel o a Megacable a que te devuelva el dinero proporcional a los minutos que te dejó de dar el servicio pagado por adelantado, es una especie de Don Quijote ideático que cree que puede hacer algo contra los monopolios gigantes que padecemos todos los días.
La actitud que tenemos hacia el abuso de los poderosos se debe en parte nuestro sistema legal. México y Haití son los únicos dos países del continente americano que no contemplan la demanda de "acción colectiva" (class action, en inglés) en su legislación. Si un bache poncha las llantas de cien coches y los agraviados se decidieran a demandar al Ayuntamiento, los jueces de este País deben recibir 100 demandas individuales; y si los millones de usuarios de Telcel quisieran demandar a la empresa por los minutos de servicio robados aquí y allá, los jueces recibirían millones de demandas individuales. Evidentemente esto no es viable y lo único que le queda a los agraviados es tragarse estoica y mexicanamente su coraje, o derramar su bilis en una página de Internet del tipo de www.apestan.com, en su blog personal -si es que lo tiene-o en las redes sociales.
Desde hace años, la ONG Alconsumidor (www.alconsumidor.org), presidida por Daniel Gershenson en asociación con Adriana Lombardini, ha hecho una paciente labor de cabildeo para impulsar la reforma constitucional que permita la figura de demanda de acción colectiva en nuestro País. Su trabajo ha rendido frutos y la reforma ya ha sido aprobada tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores sin que haya causado mucho ruido en los medios. Queda todavía que la reforma sea aprobada por al menos 17 congresos estatales y la redacción de la ley secundaria que haga practicable, de modo efectivo, la nueva figura introducida en la Constitución.
Es de capital importancia para todos que termine de concretarse de modo efectivo y práctico la gran labor que comenzó Daniel Gershenson y Adriana Lombardini con su ONG.
Me atrevo a decir que las acciones colectivas son una medicina o una terapia para el "agachonismo" que nos aqueja nacionalmente. Como las demandas de acción colectiva fácilmente conllevan, en caso de que el juez falle a favor de los demandantes, indemnizaciones millonarias, los despachos jurídicos que las toman suelen cobrar un porcentaje de la indemnización impuesta al demandado.
Esta forma de cobrar permite que personas de escasos recursos tengan acceso a abogados que de otra forma no podrían pagar ni en sueños. Se trata de abogados de despachos jurídicos con posibilidades reales de ganar un juicio a los poderosos. En la película "Erin Brockovich" se cuenta el caso de una acción colectiva de la gente de un pueblo en Estados Unidos, que enfermó de cáncer y tuvo hijos con malformaciones genéticas, contra la empresa que vertió desechos tóxicos en el río del que se surtían de agua.
Aquí en México podría usarse la figura para resolver los graves casos de los niños quemados en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, o los jóvenes muertos en la Discoteca News Divine en el Distrito Federal, o los niños desaparecidos de los orfanatos "Casitas del sur" en varias ciudades del País.
Pero las acciones colectivas no son sólo para casos tan graves y desgarradores como los que menciono.
Cuando le hace el banco, la compañía de telefonía celular o el proveedor de televisión por cable un cobro indebido, usted no es la única persona en ese caso. Si hubiera los mecanismos para demandar colectivamente de modo sencillo y práctico, ni siquiera se atreverían a hacer cobros indebidos. Una buena ley secundaria de acciones colectivas sería disuasoria, incluso, para los monopolios más poderosos del País.
Este tema lleva meses discutiéndose muy intensamente en twitter. Se ha usado el "hashtag" (#accionescolectivas) para unificar los mensajes sobre el tema. Daniel Gershenson ha impulsado el debate usando la cuenta @alconsumidor y Adriana Lombardini con @consumedida. Invito a todos y todas los que lean este editorial a que se empapen del tema y que, cada quien a su modo, promueva que se termine de aprobar la reforma constitucional que nos permita plantar cara, mostrando que todos somos uno.
Carlos López Zaragoza es doctor en filosofía y académico
www.twitter.com
carloslz carloslopezzaragoza@gmail.com
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